Días Grises

[ otro armario solamente ]

Archive for the ‘catarsis’ Category

// Máquina para curar el pensamiento.

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Un conocido en la universidad decía «Vamos» en todo momento.
-Esto es complicado, pero vamos, lo mismo sucede, ayer me enteré, pero vamos, nadie cree aquello, vamos, nadie cree lo otro, vamos, de qué estamos hablando-.

Sobre Tlalpan, cerca de San Antonio Abad un gran letrero dice: «Clínica de la belleza«.
Exacto, ser feo aquí y ahora es una enfermedad, es preciso curarla -señalan-.

Pero, ¿nosotros a dónde vamos?
A curar el pensamiento, ahí vamos.

Written by jmjesus

noviembre 22, 2010 at 3:36 pm

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Manifiesto de un entierro [nov.08]

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entierro

************************************************

Este manifiesto fue escrito en un triste y reducido cubículo de ventanas altas en Ciudad Universitaria (UNAM), devenido sobre Tlalpan y con residuos de lo que uno cree visto desde el siempre parcial puesto de observación. Así lo sentimos, así hoy lo vemos.

************************************************

Estudiantes que no estudian
profesores que no enseñan
individuos no haciendo lo que desean
lo que sienten
si es que sienten
que no están ni sueñan
maestros perdidos dan clases de cartografía
daltónicos, del color
analfabetas, de literatura
frustrados, de psicología
y muertos, de la vida
sujetos cobardes
sujetos con miedo
sujetos muertos
intereses mezquinos
mala fe
buena fe que nadie cree
traición
ceguera
y fraude
sujetos extraordinarios que se van
gente ordinaria que permanece
gente nefasta para soportar la guerra
gente ordinaria para hacerla
gente buena que claudica
gente apocada que abandona
gente olvidada en lo marginal
gente diferente en la periferia
gente común que llena los silencios
gente frecuente que sobrevive su trabajo
gente en las oficinas de siempre
que alguien les dé una puerta de salida
a esos pasillos cansados
a esas ideas vacías
y enfermas aulas
enfermos textos
viejas palabras
enfermo tiempo
desperdiciado
derramado
perdido
olor fétido en las palabras
en los enunciados
las oraciones
autores que escriben panfletos que nos analizan
panfletos que nadie lee
panfletos inútiles
panfletos del fracaso
panfletos devoradores de bosques
nauseabunda hipocresía
mediocre gente
mundo que se destruye
ciudad que se pierde
ciudad que se ahoga y ahoga a sus habitantes
recesos crueles
tráfico de viernes
tráfico de sábado
tráfico de armas, drogas y personas
soledad de domingo
rutina que no se detiene
tristes lentes
cielos y constelaciones olvidadas
poblaciones exterminadas
espectaculares por todos lados
aviones cayendo en llamas
epilepsia colectiva
miopía colectiva
amnesia colectiva
tristes guerras
bocinas que suenan
sirenas que se quedan
cambios imposibles de carriles
distimia que nos duerme
distimia que nos separa
distimia que nos pierde
absurdas luces de semáforos
calles que eran ríos
ríos estancados
ríos de concreto
ríos de metal
ríos de vómito
vómito de autos
humo de su escape
humo que impide el nuestro
humo nos rodea
humo nos limita
humo nos penetra
humo que respiramos
humo va cambiando la piel
cambiando su olor
cambiando su color
cambiando su textura
cambiando nuestra ideas
nos hacemos grises
de autos grises
y ánimo gris
pensamientos grises
y computadora gris
casas grises
y asombro gris
tabiques grises
y futuro gris
historias grises
y escuela gris
salones grises
de maestros grises
con alumnos grises
medio muertos
medio vivos
medio faltos
de lo necesario
de lo imprescindible
del aire
todo a medias
a medias todo
a medias los esfuerzos
a medias las pasiones
a medias los refuerzos
a medias las sesiones
a medias los cambios
a medias las clases
a medias los horarios
a medias los andares
a medias los calendarios
a medias sus festejos
a medias sus fiestas
a medias sus momentos
a medias sus cenas
y a medias lo celebran
poco a poco cada día
no a medias lo contagian
deficientes pretendiendo
disminuidos sonriendo
conformes infelices
ingenuos prisioneros
cobardes cautivos
asesinos indigentes
no les quiero.

Juan Manuel de J. Escalante
[ 6 de noviembre de 2008, Ciudad Universitaria, México, D. F.]

Written by jmjesus

noviembre 10, 2008 at 7:16 pm

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*REVISITA: Reseña del restaurante / cafetería Azul y Oro :: UNAM

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¿Cómo les va estimados lectores? No acostumbramos volver a ‘posts’ anteriores pero como decía Marco Polo la memoria es redundante. Así es, hemos decidido volver a la “crítica del restaurant / cafetería Azul y Oro en Ciudad Universitaria”. Aunque no he vuelto ya -físicamente-, varios comentarios colocados en este espacio lo merecen.

NOTA PREVIA: Si usted estimado lector, no ha leído la anterior reseña, le invito amablemente a hacerlo.

Así entonces ¡comenzemos!

En primera instancia quiero agradecer a aquellos que participaron con sus opiniones, gracias a ellos nuestra crítica ha alcanzado los siguientes resultados:

Bien. Reparemos en lo siguiente: ¿qué hubiera sucedido hace un par de años? A uno le habrían tratado mal en algún lugar, y -salvo de tener acceso o influencia en algún medio de comunicación de gran alcance-, todo habría quedado en el olvido. Ahora es diferente, puesto que cualquiera tiene acceso a nuestra reseña, con una sencilla combinación de palabras en los motores de búsqueda más importantes de la red -por ahora-. Y eso es genial, por que la voz de las minorías, nuestra voz puede ser al fin escuchada. Ante esta gran posibilidad habría de esperarse un trato y servicio equilibrado en cualquier establecimiento, puesto que uno (como dueño o gerente) nunca sabría que comentarios positivos o negativos podrían terminar en la red. Entonces, ¿qué remedio nos quedará? Hacer del mejor modo posible nuestro trabajo.

Como diría Benjamin Parker, “[…] todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Y aunque la información con la que uno cuenta siempre es limitada y parcial, traté de escribir una crítica mesurada del lugar al que frecuentemente acudía desde el 2004 (ya no), podríamos decir que tenemos cierto conocimiento de causa. Hubo otros aspectos negativos que preferí omitir, pero también otros positivos que fueron incluídos como ‘el agua de melón’ o el ‘tamalito de frijol’.

Existirán serias diferencias de opiniones y eso es genial, puesto que el nuevo lector entrará a este sitio, leerá la reseña, sus comentarios, decidirá si visita o nó el lugar y al final tomará una postura. Y aún mejor, la publicará en la red. De este modo si la antigua reseña les pareció ‘parcial y políticamente oscura’ entonces habrá otros corelatos que se acerquen más a la realidad que algunos ven -de ser así-.  Pero existirá un precente y eso lo celebro. Por este motivo muy tentados estamos de escribirla en inglés.

De cualquier modo, buscando por la red encontré esta otra breve reseña de Sybil que sería conveniente leer (de la antigua sede). Sybil es una persona que hasta ahora tiene más de 117 breves y largas reseñas de diversos sitios del mundo que ha frecuentado. Pero adelanto el resultado: coincidimos en el buen sabor del agua de horchata, de tres platillos que probó sólo uno le gustó, uno le fue casi indiferente y el otro le decepcionó, ¿alguien no está de acuerdo? ¡Pues a escribir su propia reseña!

De cualquier modo, siempre es bueno -y se disfruta- dejar caminos alternativos y es por ello que decidimos escribir otra crítica que les invito a leer, acerca de un lugar que ahora disfrutamos. En los comentarios Regina nos recomienda “Santa Sabine” en Desierto de los Leones y esquina con Av. Toluca. Habremos que ir. Y ya encarrerados “El rincón de la Lechuza” sobre Miguel Ángel de Quevedo casi esquina con Insurgentes sería también recomendable.

Como dirían en Nitokami, todos en paz.

Buen Provecho.

Written by jmjesus

septiembre 5, 2008 at 4:25 pm

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Reseña del restaurant / cafetería «Azul y Oro» en Ciudad Universitaria, UNAM. México. D.F.

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ACTUALIZACIÓN: Estimado lector, si usted considera que esta reseña es demasiado larga, o no tiene el tiempo para leerla completa le invitamos a leer únicamente el último párrafo, que representa una suerte de conclusión.

Por las mañanas mi lugar de trabajo habitual (por ahora) es la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México. Para aquellos que nunca la han visitado, es un privilegio trabajar aquí; descansar o caminar a través de grandes espacios verdes y edificios que -en su momento- representaban de un modo tan enérgico el espíritu de la época moderna -hace ya casi cincuenta años- [Decenas de formidables fotografías pueden encontrarse en flickr, aquí, aquí, aquí, aquí, y también aquí].

Bien. La situación reside en que, además de espacios fundamentales como aulas, bibliotecas, sitios de recreación entre otros, todo habitante asiduo o esporádico de Ciudad Universitaria se enfrenta inevitablemente a resolver una necesidad que es: comer. Y personalmente -considero- no sólo una necesidad sino un gran placer, aquél del paladar.

Existen varias alternativas para comer que dependen principalmente del presupuesto. Desde algo ‘empaquetado’ en algún puesto ambulante, una comida en alguna de las múltiples cafeterías de las distintas facultades, o bien hacerlo en la única oferta de comida –llamémosle ‘gourmet’– que existe en el campus que es: el restaurant/cafetería Azul y Oro.

Según tengo entendido nació a partir del Chef de cierto ex-rector y su primera sede sustituyó la cafetería que se encontraba en el centro cultural, que según distintas versiones era mantenida en un muy triste estado, posteriormente dado el éxito de esta primera sede, una segunda fue inaugurada el año pasado en la planta baja de la torre de Ingeniería, mucho más cerca del casco viejo de nuestra universidad declarado patrimonio de la humanidad. Ofrecía platillos variados, con un sabor distinto, lo cual -probablemente- provocó que aparecieran múltiples reseñas en diaros y revistas especializadas, positivas en su mayoría en torno al establecimiento. Casi todas ellas mostrando al Chef sonriente, muy al estilo del buen Auguste Gusteau.

Ahora bien, será preciso tomar en cuenta que este documento es escrito por alguien que no ha estudiado ‘alta cocina’, pero que también solía ser un comensal habitual de dicho lugar, que visitábamos al menos dos o tres veces por mes en cualquiera de sus dos sedes. Eso claro, hasta el día de ayer por que es bien sabido, todo tiene que terminar de algún modo. Pero también trata de ser una suerte de crítica y crónica más cercana a la realidad cotidiana y que hemos experimentado, lejos de los panegíricos que emprobrecen la crítica.

Aunque nunca disfrutamos del todo el ambiente con poca ventilación y poco iluminado de la vieja sede, resultaba siempre agradable comer con la vista a la sala Nezahualcóyotl y la vegetación del centro cultural, casi obligaba una caminata posterior a la comida. El mejor pay de manzana que he probado era ahí servido, con almendras y helado de vainilla. Era delicioso, y es que el postre suele ser una pieza fundamental, es el acorde final de una gran canción o novela. A menudo lo visitábamos con amigos, familiares y colegas de trabajo. Y cualquier situación adversa era recompensada por el sabor de aquel pay.

Los problemas comenzaron hace casi un año cuando al final de la comida:
-Si, caballero-.
-Lo molesto con dos pays de manzana, un americano y un capuchino por favor-.
-Disculpe, pero ya no serviremos más el pay de manzana-.
-¡Cómo! ¡No me diga!-.
-Así es, el Chef decidió descontinuarlo, nada podemos hacer-.
-Bueno, entonces por favor que sean dos pays de queso-.
-Enseguida-.

Así es, ya no habría pays de manzana por órdenes del Chef, ni hablar. Al menos aún nos quedaba el pay de queso. Bien. Para no hacer más largo este texto, poco tiempo después regresamos y fue así:

-Disculpe, ¿no hay noticias de nuestro pay caído,
el pay de manzana, regresará algún día?-.
-No lo creo señor-.
-Entiendo, entonces por favor un pay de queso-.
-Me temo que ya no servimos el pay de queso-.
-¡Cómo! ¡Outrageous!-.

Así es, misma situación coincidía con una notoria ‘alza’ de precios que se vió reflejada en las enchiladas verdes (y casi todo el menú, claro) que -si no mal recuerdo- antes tenían un costo de $45 y hoy cuestan casi: $72 -si no mal recuerdo-. Habían subido los precios y descontinuado los dos mejores postres.

Hemos vuelto varias veces esporádicamente desde aquella ocasión, pero rara vez se ordena postre en la mesa. Han sucedido cosas negativas como cuando la cuenta tardó tanto en llegar que tuve que pagar personalmente en la caja; u otra ocasión en que el consumo de 4 personas por alguna regla ‘no escrita’ se incluía la propina automáticamente en la cuenta, sin ser mencionado ( cuya situación propiciaba un posible descuido y dejar adicionalmente otra cantidad para la propina), [ sepa el lector extranjero, que en México a diferencia de otros países, la propina es una cuota de carácter voluntario]. También sucedieron cosas positivas como haber descubierto un ‘tamal de frijol’ como entrada  o una buena agua de melón con nuez.

Pero en general habiendo visitado tantas veces dicho lugar, podría llegar a la conclusión de que es una cuestión de suerte, puede suceder que sea un buen día, no acudan tantos comensales y la atención recibida sea estupenda o bien, algún otro que tarden más de media hora en traer la cuenta. Y lo mismo con los platillos, unos ravioles podrían estar formidables cierto día y al siguiente encontrarse con una porción absurdamente pequeña en el plato o bien la ausencia de dicho platillo. Es totalmente inestable, situación que para un lugar cuya comida consista en mínimo quince dólares por persona me parece no aceptable ¿alguien podría comparar lo que uno recibiría por la misma cantidad en Santa Mónica o en la Rue des Chateaux?

Pero ya sabemos que es un aspecto cultural, nadie protestará, las cosas seguirán del mismo modo, la gente seguirá pagando unas cuotas altas pretendiendo que come en un lugar de ‘alta cocina’ mientras el supuesto lugar de ‘alta cocina’ sigue pretendiendo serlo aunque en el fondo sepa que es mentira. ¡Viva!

Aún así acudíamos de vez en vez -con un intervalo de tiempo mayor entre cada ocasión – hasta el día de hoy. Ayer un viejo amigo visitaba la ciudad y decidí invitarle a comer a la vieja sede del Azul y Oro. Hacía un buen día, eran ya casi las cuatro de la tarde cuando nos acercamos a la zona ‘al aire libre’ del lugar (sepa el lector, que el Azul y Oro en su primera sede, cuenta con dos zonas: una -un tanto claustrofóbica- cubierta y otra al aire libre junto a un cuerpo de agua que sirve como espejo y fuente -que constituye también un personaje fundamental en el espacio cultural-). Eramos dos personas, y todas las mesas de dos personas estaban ocupadas, no obstante había unas cuatro o cinco mesas para seis personas desocupadas. Siendo un habitual cliente de dicho lugar, sabía bien que era raro que dichas mesas fueran ocupadas ya después de esa hora. Por lo que al llegar, la situación sucedió así.

Después de un minuto de esperar a ser recibidos, decidimos entrar.
A medio camino un poco feliz mesero nos intercepta diciendo:

-Estamos llenos-.

-¿disculpe?-.
-Ya no hay cupo señor, vaya a la zona cubierta-.
-Pero somos dos personas, yo he venido a menudo, sé que no llegarán más personas a esta hora, ¿no puede darnos una mesa para seis?-.
El mesero en un alarde algebraico nos dice con un tono irónico: -Esas… *pausa al hablar * son mesas para ocho personas-.

Dicho tono fue suficiente para sugerir que no era necesario discutir con él. Mi amigo y yo, un tanto disgustados procedimos a la sección superior. Misma que se encontraba con un treinta por ciento de su ocupación habitual, pero que aún así nos hizo esperar veinte minutos para tomar nuestra orden. El servicio fue no sólo descortés sino lento. La comida no fue extraordinaria y la experiencia de visita muy pobre.

Mientras nos alejábamos, giré mi vista para observar la zona ‘abierta’ y no con mucha sorpresa descubrí las mismas mesas que habíamos encontrado vacías al llegar, permanecían igual.

Así entonces decidimos escribir este texto. Y aunque no he sido partidario de la migración del espacio público de las viejas ciudades a los centros comerciales, nos encontrábamos a diez minutos de Perisur (un mall importante al sur de la Ciudad) con muchas ofertas de comida, como por ejemplo el restaurant Crepes & Waffles que (aunque tampoco es tan feliz su condición espacial) nos habría ofrecido unas ricas crepas o un buen helado con aire colombiano que habría resultado en una primera instancia, mucho más barato que lo que terminamos pagando, en una segunda instancia, con mucha mayor satisfacción y en una tercera instancia nos habrían dado al final, un formulario de ‘opinión sobre el lugar’. Digamos entonces, que lo cualitativo de nuestra experiencia en ese momento hubiera sido naturalmente diferente.

Es una pena estimado lector, tener que recomendarle sitios externos a los que podrían existir al interior de nuestra muy querida universidad. De este modo si usted me pregunta, le recomendaría ir a Crepes & Waffles ubicado en el segundo nivel del centro comercial Perisur, o las múltiples y ricas alternativas que el Centro de Coyoacán ofrece (a cinco minutos del campus) que además se complementa con una experiencia espacial bastante enriquecedora, distinta. El Azul y Oro de la UNAM podrá llegar a sorprenderle, pero las más de las veces quedará usted no satisfecho y a lo lejos con un sabor de lamento, nostalgia y tristeza en el paladar. Como diría Joaquín Sabina “[…] para abreviar el cuento, ¡que no disfruté! ¡Que no vuelvo más!”

M. en Arq. Juan Manuel de J. Escalante
[ Ciudad Universitaria a 18 de junio de 2008 . México, D.F.]

Written by jmjesus

junio 19, 2008 at 11:00 am

Publicado en catarsis, situaciones

Coachella 08 – Reseña o algo parecido

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Bien, hace poco más de una semana que terminó Coachella (2008). Son tantas cosas, y en ánimos de los célebres “Dan le sac et Scroobius Pip” escribimos este breve fragmento titulado “Thou Shalt Always Think”. [ para unas cuantas fotos, ver: flickr]. Primero en inglés, luego en español. Para una mejor referencia, se sugiere ver este video.

*

THOU SHALT ALWAYS THINK – ENGLISH

*

Thou shalt not judge a festival by their ‘fanboys’.

Thou shalt not take the names of Bob Dylan, Nick Cave, Nick Drake or Leonard Cohen in vain.

Thou shalt not worship somebody just because they were born in your same city and speak your same language.

Thou shalt discover that a fanboy rarely knows he is a fanboy.

Thou shalt discover that your first fanboy duty (if you are) is to sell tickets via your fanbase so festivals are profitable.

Thou shalt discover that your second fanboy duty (if you are, again) is to confuse your fanbase.

Thou shalt not throw your six dollar lemonade just ‘cause there are mexicans paid to pickup your trash.

Thou shalt not follow Bob Dylan words literally, like «Everybody must get stoned»…you better hang out somewhere else.

Thou shalt not dance every single tune you hear, no matter how high you are or were.

Thou shalt not say «folk is dead» just because you don’t see girls in hotpants at those gigs.

Thou shalt not make the same type of music you wrote before as if nothing happened. Something has changed.

Thou shalt not complaint about every year’s lineup just because you’ve been there before. You’re not goldenvoice nor an invited musician.

Thou shalt not experience a festival and then do nothing about it.

Thou shalt not think music in a foreign language is better than yours just because you don’t get a single thing.

Thou shalt not think it’s great to be at world’s center without questioning it.

Thou shalt not eat without being gratefull about it.

Thou shalt not spend an entire set taking photographs. Better take’em with our eyes.

Thou shalt not feel bad if peeps laugh at you cause you’re different. Laugh at them cause they’re all the same.

Thou shalt discover by yourself that you can’t be any of those bands by having the same amps, guitars or dj gear.

Thou shalt not repeat what everybody tells you to do… find your own sound!

Thou shalt not think that you’re better than anyone just cause you have the money to attend any festival.

Thou shalt not wish to be different by the clothes you’re wearing, be different by what your mind can do.

Thou shalt trust yourself ‘cause that’s the only thing that’ll really make you different.

And thou shalt always think.

THOU SHAL ALWAYS THINK – ESPAÑOL

*

No deberás juzgar un festival por sus ‘fanboys’.

No deberás mencionar los nombres de Bob Dylan, Nick Cave, Nick Drake o Leonard Cohen en vano.

No deberás aplaudirle a alguien, sólo porque nacieron en la misma ciudad o hablan el mismo idioma que tú.

Deberás descubrir que un ‘fanboy’ rara vez sabe que es un ‘fanboy’.

Deberás descubrir que tu primer tarea como ‘fanboy’ es vender boletos para que estos festivales sean rentables.

Deberás descubrir que tu segunda tarea como ‘fanboy’ es confundir a las masas.

No deberás tirar tu limonada de seis dólares sólo porque hay mexicanos que trabajan recogiendo tu basura.

No deberás seguir las canciones de Bob Dylan literalmente como «Everybody must get stoned»…mejor hazlo en otro lado.

No deberás bailar ante cada sonido que esuches, no importa que tan perdido estás o estuviste.

No deberás decir «el folk ha muerto» sólo porque no hay chicas con minifalda en esos conciertos.

No deberás seguir escribiendo el mismo tipo de música como si nada hubiera pasado. Algo ha cambiado.

No deberás quejarte sobre aquellos que tocarán año con año sólo porque has estado ahí antes. No eres goldenvoice o un músico invitado.

No deberás vivir la experiencia de un festival y después hacer nada al respecto.

No deberás pensar que la música en un idioma diferente al tuyo es mejor sólo porque entiendes casi nada de lo que dice.

No deberás pensar que es genial estar en el centro del mundo sin cuestionarlo.

No deberás pasar todo un set tomando fotografías. Mejor tómalas con tus ojos.

No deberás sentirte mal si la gente se ríe de ti porque eres diferente. Ríete de ellos porque son todos iguales.

Deberás descubrir por ti mismo que no puedes sonar como aquellas bandas comprando los mismos amplificadores, guitarras o tornamesas.

No deberás hacer aquello que todo el mundo dice que hagas… ¡encuentra tu propio sonido!

No deberás desear ser diferente por el tipo de ropa que utilizas, sino por lo que tu mente es capaz de hacer.

Deberás confiar en ti mismo porque es la única manera en que serás diferente.

Y deberás siempre cuestionarlo todo.

*

Written by jmjesus

May 7, 2008 at 3:49 am

los días también oscuros

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Evito hablar de política, y menos en este espacio. Es algo tan mezquino, que no podemos permitir que aquello inunde nuestras ideas.

Aunque en ocasiones esto es inevitable. A pesar de que esporádicamente -con cierta reserva- escuchaba ‘Monitor‘, estremece la oscuridad de los días por venir.

La censura de los asesinos de siempre.

Otra señal para la ceguera accidental o intencional.

Es triste.

P.D.
¡Apagen los televisores!
¡Apagen los radios!
¡Cuestionemos todo!
¡Todo!

Written by jmjesus

julio 3, 2007 at 2:48 am

Publicado en catarsis, confesiones

La Muerte de la Trova

with 2 comments

*
NOTA PREVIA: El siguiente texto sólo representa mi particular punto de vista en torno a la situación de la música popular en México conocida como ‘trova’. Aunque no es muy feliz dicho término, ha servido para enmarcar y clasificar a determinado número de artistas y no-artistas; todos ellos compartiendo el mismo lugar.

*
Hace tiempo que escribo música, desde que comencé siempre me pareció algo muy parecido al diseño, la literatura y la arquitectura, un arte a fin de cuentas. Yo lo hice con la única pretensión de construir algo que parcialmente comunicara el estado de mi mente en ese tiempo. Hasta ahora la intención sigue siendo la misma.

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Written by jmjesus

marzo 28, 2007 at 4:15 pm

Publicado en catarsis

¡Qué alguien desconecte los micrófonos!

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Entre los múltiples asesinos, se encuentran las palabras. Como proyecto, como idea, nos proponemos -en nuestra música- dejar de utilizar estas palabras:

Mirada (rima con ‘aba’, no con sinapsis)
Ausencia
Ojos, labios, piel, manos (¡ha sido suficiente!)
Utopía
Recuerdo
» Tu luz » (insólita combinación)
Sueño, te sueño, me sueñas, soñamos […]
Ciudad [ si es que en lo profundo, no importa ]
P.S. Desde luego, todo esto -salvo- que deban existir.

Written by jmjesus

noviembre 23, 2006 at 1:17 am

Publicado en catarsis